Durante todo un milenio, Praga ha sido la capital del estado checo. A lo largo de la historia centenaria, la ciudad se ha ido reponiendo con obras maestras arquitectónicas de diferentes épocas, que sorprenden por el esplendor de la arquitectura antigua y moderna. El entretejido de estilos arquitectónicos es especialmente notable en la parte central, donde se conservan barrios de edificios góticos y barrocos, edificios de la época romana y renacentista, y casas Art Nouveau. Caminando por las plazas y calles de la capital checa, se puede apreciar toda la belleza y el esplendor de sus diversas estructuras.
Durante su formación, se erigieron en Praga edificios de estilo románico (borgoñón). En aquellos días, las invasiones enemigas no eran infrecuentes, y las casas tenían un aspecto duro y fortificado, muros gruesos y ventanas pequeñas. Las formas redondeadas dieron a los edificios del período románico una forma aún más inaccesible. Debido a la antigüedad, los edificios de la era del romanismo checo no son tan comunes en la ciudad, incluidas varias rotondas y basílicas antiguas.